Movimiento expresivo como regenerador neuronal

Me ha llegado esta información (que transcribo íntegramente) publicada por uno de los ponentes (Enrique Maloberti) del VIII Encuentro Internacional de Río Abierto que se celebró en Campinas – Brasil, del 22 al 28 agosto de 2011 y que considero muy interesante ya que da una idea de la profundidad que podemos alcanzar con este trabajo de Movimiento Armónico Expresivo. Es un gusto ir comprobando cómo, cada vez más, la “ciencia académica” da mayor cabida a este tipo de actividades reconociendo el gran aporte de bienestar para las personas que la practicamos y la sabiduría que en su día supo aunar la creadora del sistema, María Adela Palcos y que tan brillantemente nos trajo a España mi maestra Graciela Figueroa (directora de Río Abierto España y Uruguay). Artículos como este, en el que se lacionan las herramientas del Sistema con algunos de los conceptos del campo de las Neurociencias, me animan a seguir ofreciendo este trabajo para seguir creciendo y alcanzar juntos una mayor “plenitud de vida”.:

“” En los últimos veinte años se produjo un cambio de paradigma en la comprensión neuro psicológica del hombre. Los estudios sobre neuroplasticidad transformaron la visión estática del sistema nervioso, que fue casi un axioma hasta mediados del siglo XX, al demostrarse cómo las sinapsis (conexiones interneuronales) sufren una remodelación permanente en función de la experiencia de vida y que esa remodelación opera a lo largo de toda la vida.

Las conexiones nerviosas no son pues ni definitivas ni inmutables.

La neuroplasticidad constituye un puente entre la huella psíquica y el tejido nervioso, entre la mente y la materia, despojando al hombre del determinismo genético y otorgándole la posibilidad de liberarse de sus propios condicionamientos.

El cerebro es un órgano extremadamente dinámico en permanente relación con el medio ambiente y con los hechos psíquicos, los sentimientos, pensamientos y acciones del propio sujeto. El hombre está biológicamente determinado para ser libre. Pero no todos lo saben y son menos aun los que practican esa libertad.

Parafraseando a Santiago Ramón y Cajal (premio Nóbel de Medicina en 1906) podemos afirmar, con fundamento científico, que somos escultores de nuestro propio cerebro.

Pero la neuroplasticidad no es un concepto que se limita sólo a la interrelación mente-cerebro sino que involucra a todo el cuerpo, a nuestro organismo completo, porque las huellas dejadas por la experiencia no se inscriben solamente en la red sináptica sino que se asocian, inseparablemente, con estados somáticos, con la memoria corporal. La lectura o el recuerdo del estado somático asociado a una percepción, y a las huellas que esta última ha dejado en la red sináptica, es el elemento determinante de la experiencia emocional subjetiva. No habría emoción sin un estado somático que la sustente.

¿Se puede sentir rabia con los músculos relajados, la respiración calmada y una cara plácida? ¿Qué quedaría del miedo sin la sensación de taquicardia, respiración entrecortada, labios temblorosos y una puntada en el epigastrio?

Todas las percepciones, tanto de la realidad externa como de las representaciones internas, están asociadas con estados somáticos particulares, de los cuales, la mayoría de las veces no somos conscientes. También está demostrada desde la neurobiología y las ciencias de la educación, la interdependencia que hay entre el sentir y el conocer, entre las emociones y la razón. Todo el cuerpo interviene en la cadena de operaciones que generan las más altas capacidades de razonamiento, de la toma de decisiones, el comportamiento social y la creatividad. Es el cuerpo el marco de referencia indispensable para los procesos neuronales que experimentamos como la mente.

El pensamiento forma parte del cuerpo tanto como del cerebro. Mente, cuerpo y cerebro constituyen un organismo indisociable e interdependiente. Sustancias químicas producidas en distintas partes del cuerpo modifican el comportamiento de las redes neuronales, muchas neuronas en todo el cerebro poseen receptores para hormonas procedentes de las glándulas reproductoras, adrenales y tiroides y los neuropéptidos y neurotransmisores generados en el cerebro actúan sobre los receptores de todas las células. Se detectaron receptores opioides en diversos tejidos y en células inmunológicas, en el timo y el bazo, órganos encargados de la fabricación del diseño de la identidad inmunitaria, lo que permitió desarrollar un nuevo campo de la medicina denominado psico neuro endocrino inmunología.

Las funciones cognitivas más elevadas del hombre hunden sus raíces en los sentimientos y en los instintos, activando la motivación, eligiendo sus metas, perfeccionando su acción y extendiendo su alcance. Las adquisiciones más recientes en la filogenia humana y las que se nos anuncian con insistencia desde el porvenir, remodelan nuestro organismo preparándolo para el paso evolutivo siguiente que trasciende los intereses individuales del ser humano e incluso de la especie. Hay representaciones neurales de la ética personal como hay, en los lóbulos prefrontales, representaciones sinápticas de la experiencia transpersonal.

“El alma respira a través del cuerpo” y el sufrimiento como la felicidad, ya empiece en la piel o en una imagen mental, tienen lugar en la carne. De manera que el trabajo desde la conciencia corporal, sobre las modificaciones concientes de los estados somáticos, implica al mismo tiempo la expansión de los circuitos neurales y la integración con los niveles superiores del conocimiento, el sentimiento y nuestra conexión con el Cosmos. Sería esta una nueva manera de iluminar el misterio de la encarnación.

Otro concepto que sustenta la fundamentación neurocientífica de las propuestas de Río Abierto es el de neurogénesis. Desde 1999 se demostró que el cerebro adulto puede producir nuevas neuronas a partir de células madre bajo el efecto de diferentes factores que las diferencian y las incorporan a circuitos ya existentes. El aprendizaje y el ejercicio físico son factores establecidos que estimulan la neurogénesis, particularmente en el hipocampo. Pero cuando nos referimos al aprendizaje lo hacemos en referencia a todas sus modalidades: corporal, emocional, intelectual y espiritual. Los sentimientos son tan cognitivos como cualquier otra imagen perceptual.

Una de las características distintivas de la mente humana es la metacognición, la capacidad de observar su propio pensamiento, de conocer la manera en que conoce. El trabajo sobre sí como el movimiento vital expresivo constituiría diferentes formas de aprendizajes perceptuales así como el masaje ampliaría nuestra conciencia cenestésica y el reconocimiento de los marcadores somáticos de nuestras emociones. Un masaje no es “local” porque está activando, neuroquímicamente, la representación cerebral del miembro o del lugar que se está masajeando, y hasta el contenido simbólico de ese lugar del cuerpo se despliega en la red de la conciencia.

Los neuropéptidos liberados durante un masaje desarrollarán su acción en todo el organismo y, en el cerebro, abrirán conexiones asociativas en diferentes niveles de integración emocional, afectivo y cognitivo.

Uno de los factores neurotróficos que hacen posible la neurogénesis es el denominado “factor de crecimiento neuronal” que participa en los procesos de plasticidad y aprendizaje y que es liberado como respuesta a influencias ambientales, a la estimulación sensorial y emocional, que representen desafíos o promuevan respuestas originales y creativas. Permitir al cuerpo explorar un nuevo ritmo, seguir una melodía, imitar la plástica del otro, es un estímulo novedoso, una invitación a expandir antiguos circuitos y a crear otros nuevos. El movimiento vital expresivo implica disponer nuestro organismo a una aventura de auto conocimiento en relación con imágenes sonoras, visuales y cenestésicas, propicia el encuentro con los otros, con sus plásticas y sus vivencias. La aventura del movimiento es la experiencia del no límite, más allá de las barreras sensoriales preestablecidas y arbitrarias.

Ese “factor de crecimiento neuronal” fue identificado porla Dra.RitaLevi Montalcini quién recibió el premio Nóbel de Medicina ochenta años después que Santiago Ramón y Cajal, y quien hoy sigue investigando luego de cumplir 102 años. Sin duda debe estar muy convencida de los resultados de sus investigaciones y puede decirse que bebió de su propia medicina. “”

Bibliografía: “El error de Descartes” Antonio Damasio. “A cada cual su cerebro” Francois Ansermet . Pierre Magistretti. “The neurology of thinking” Frank Benson. “La salud emocional” Daniel Goleman. “Fundamentos de neuropsicología humana” Bryan Kolb. Ian Whisaw. “Del cuerpo hacia la luz” María Adela Palcos.

Fuente: www.elartedevivirenplenitud.com

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